El acoso escolar ha existido por décadas. No es algo nuevo, pero en épocas recientes ha tenido un alto grado de relevancia por las implicaciones psicológicas que se han detectado en los niños de manera más consciente. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a evitar ser parte de esto?
El término Bullying refiere a la intimidación, y se trata de las manifestaciones de violencia física o verbal de manera recurrente e intencionada a la que un niño se ve sometido por sus compañeros de escuela, muchas de las veces sin causa aparente, y que se lleva a cabo sólo por mostrar algún poder o fortaleza mayor hacia el niño al que molestan, logrando así un estatus o dominio mal entendido por el agresor. Las manifestaciones del acoso escolar son muchas: cerrarle la puerta al niño para que no entre al salón de clases, golpearlo, patearlo, amenazarlo, burlarse de él, insultarlo, romperle sus cosas, tirarle los útiles escolares, robarle objetos o materiales, crear rumores hacia su persona, aislarlo del grupo, y muchas más que crean un ambiente de tensión, de ansiedad, de depresión y tristeza en el niño agredido que puede tener repercusiones de por vida por ser víctima de estos actos. Hay muchas teorías que hablan sobre los causales del por qué un niño puede volverse abusador, que van desde que el niño ha aprendido estos comportamientos en casa, donde puede predominar un ambiente de agresión (hacia la madre, hacia el padre, hacia los hermanos, hacia los vecinos o incluso hacia las mascotas), y teorías que señalan que el niño agresor tiene una inseguridad muy grande y encuentra a este comportamiento como la única manera de sobreponerse a su propio sentir. Por otro lado, las víctimas se han detectado generalmente como a aquellos niños que son diferentes al resto, ya sea por su comportamiento maduro, por alguna discapacidad o rasgo físico, por ser tímidos o visiblemente inseguros, y que en consecuencia se detectan como blancos fáciles de acosar. Lo importante es que la responsabilidad de los padres debe estar centrada en conocer a sus hijos, y saber si pueden encontrarse con una víctima o un victimario en casa, hablar abiertamente con ellos y corregir las situaciones lo antes posible antes de que llegue a afectar al niño. Se puede también motivar a los niños que son espectadores o que presencian actos de bullying con sus compañeros a que lo denuncien, a que no callen y a que cultiven y compartan la empatía con los niños afectados, tratando de crear un ambiente que en un futuro los ayudará a crear más y mejores relaciones sociales en sus vidas personales y profesionales. Porque la educación es una responsabilidad conjunta que determinará el éxito o el fracaso de nuestros hijos. Club Omega Tree, nutrición en serio.
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Enero 2018
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